La economía circular está enfocada en que los sistemas de producción y consumo respondan a las necesidades económicas actuales de una manera sostenible. Hace énfasis en el aprovechamiento de residuos durante toda la cadena de producción en colaboración con los diferentes actores para alcanzar el objetivo.
En la naturaleza no hay residuos, todo el material existente se reutiliza, se crean cosas nuevas a partir de las viejas: un ciclo permanente. El concepto de economía circular toma como modelo la naturaleza: todo el material utilizado debe recuperarse.
Aunque ni siquiera el diez por ciento de la economía mundial funciona según este principio, el concepto de economía circular gana cada vez más adeptos y personas que lo aplican.
Pasar a una “economía circular” es crucial para la protección climática y la sostenibilidad, según los expertos. Pero ¿qué significa realmente esto y puede funcionar a gran escala?
Desde 1950 se han botado casi cinco mil millones de toneladas de plástico. Enormes remolinos de residuos plásticos flotan en nuestros océanos. El plástico puro es fácil de reciclar, pero no todo el plástico es de este tipo. Por eso se buscan en todo el mundo alternativas que contaminen menos nuestro entorno.
En el mundo, cada año 90 millones de toneladas de ropa acaban en la basura, gran parte de ella sin apenas haber sido usada. Asimismo, la industria textil mundial es responsable de alrededor del diez por ciento de todos los gases de efecto invernadero.
Comprar menos, llevarlo más tiempo: todos podemos hacerlo. Las empresas también están pensando en cómo mantener la ropa en el ciclo durante más tiempo. En los residuos electrónicos la tasa de reciclaje es solo del 20 por ciento en todo el mundo. Ya es hora de buscar formas de mejorar el “reciclaje electrónico”.
Reformular los sistemas alimentarios sobre la base de los principios de la economía circular puede ayudar a hacer frente al desafío del desperdicio mundial de alimentos al acortar las cadenas de valor de los alimentos y aumentar la eficiencia en el uso de los recursos.
La energía utilizada para producir alimentos que se pierden o desperdician representa aproximadamente el 10 por ciento del consumo energético mundial total.
En el sistema económico lineal, se producen nuevos productos a partir de materias primas, pero al final del ciclo hay un problema enorme: la montaña global de residuos. Y no solo por su tamaño sino también por su toxicidad, que daña el clima y el medio ambiente.
Textiles, plásticos, residuos electrónicos: el mundo se ahoga en basura. Tenemos que producir menos y reutilizar lo que ya tenemos durante el mayor tiempo posible. Eso es lo que pretende la economía circular.
Actualmente, una tercera parte de todos los alimentos producidos se pierde o desperdicia, con lo que no se contribuye a la seguridad alimentaria y la nutrición y se agravan las presiones sobre los recursos naturales.
Se tiene previsto que para el 2050 la población mundial crezca alrededor de 9.700 millones de personas (Noticias ONU, 2019).
Si no se toman medidas para cambiar la manera en la que se producen y comercializan los alimentos, y cómo son utilizados sus residuos, se llegará a un punto en el que el impacto negativo hacia el medio ambiente será tan grande que no habrá vuelta atrás.
En el sistema agrícola lineal actual los actores involucrados se preocupan por maximizar sus ganancias, mientras minimizan sus costos. Sin embargo, las prácticas insostenibles para poder alcanzar dicha meta han generado una dependencia a monocultivos, el desperdicio excesivo de alimentos, la disminución de la fertilidad del suelo y el uso ineficiente de los recursos naturales.
Estos impactos negativos que han generado la agricultura actual se ven reflejados en el deterioro de la naturaleza y en afectaciones a la salud humana. Por ende, surge la necesidad de poder cambiar el modelo actual de “tomar-producir-consumir-descartar” por uno sostenible que reduzca la vulnerabilidad al cambio climático, y que conserve y restaure la biodiversidad (Bianchi et al., 2020)
Dentro de las diferencias entre la agricultura actual y la circular se tiene que esta última contempla la producción y la utilización de alimentos en general, desde el cultivo, la cosecha, el envasado, el procesamiento, el transporte, la comercialización, el consumo y la eliminación de residuos de alimentos desde un punto de vista sostenible (Bianchi et al., 2020).
En este modelo circular se mantienen los residuos de la biomasa agrícola y el procesamiento de alimentos dentro del sistema alimentario como recursos renovables. Se necesitan menos insumos externos al sistema como fertilizantes químicos y materias primas para la cría de animales.
Cabe resaltar que en la agricultura circular el suelo sano es la base de todo, ya que es esencial para las plantas, amortigua en condiciones climáticas extremas, limita las pérdidas de nitrógeno al aire y al agua (Schouten, 2020), absorbe y contiene dióxido de carbono (CO2) y otros gases de efecto invernadero, entre muchos beneficios adicionales.